- Volveremos a 1986 para recordar a otro de aquellos héroes que llevaron a Canadá a participar en el único Mundial de su historia. Carl Howard Valentine fue uno de los fijos de aquella dulce etapa internacional, uno de los mejores delanteros canadienses del momento que acabó representando al equipo nacional en más de treinta ocasiones.
Como muchos jugadores de su época jugó al fútbol sala en algún momento dado de su vida deportiva, sobre todo en sus años finales como deportista. También probó suerte en la liga inglesa jugando para el West Bromwich Albion.
Valentine nació en la ciudad inglesa de Manchester el 4 de julio de 1958. Es de ascendencia jamaicana y se crió en Oldham, donde pasó gran parte de su niñez hasta empezar a jugar para el mejor club del municipio.
Además de haber sido un gran delantero, Carl también demostró valer para la banda, pero sus mejores funciones las desarrollaba como jugador en punta. No solo tenía gol, ya que su dinamismo y generosidad de cara al gol hacía que sus compañeros se contagiasen de su olfato goleador, aunque goles como él no los hacía nadie.
Rápido, sacrificado, hábil con el balón en los pies y muy eficaz en el juego aéreo, Valentine tenía el don de encontrarse con jugadas claras de gol gracias a su oportunismo. Siempre buscaba el balón desmarcándose gracias a su velocidad.
Empezó con su exitosa carrera en 1976 jugando para el Oldham Athletic en la categoría de plata del fútbol inglés. Durante tres años formó parte del equipo como titular y sumó un total de 61 apariciones en las que marcó siete goles, los primeros de su carrera como profesional.
No tardaría en mudarse a Canadá para ingresar en los Vancouver Whitecaps, con los que conquistaría el título de liga ya en su primer año (1979). En este club jugó durante cinco años en los que obtuvo la ciudadanía canadiense para poco después empezar a asistir a sus primeros compromisos internacionales con la selección de Canadá.
Fueron cinco años magníficos para el atacante inglés, que además de conquistar títulos, formó como titular durante gran parte de su estancia en el club de Vancouver. Marcó 44 goles en sus 165 partidos con los Whitecaps.
La Premier League sedujo a Carl, que en 1984 decidió regresar a Inglaterra para jugar en el West Bromwich Albion. Con el conjunto inglés hizo seis goles en las dos temporadas de su regreso a casa, jugando 44 partidos cuando el Mundial de México estaba a punto de disputarse.
Acudió al torneo mundialista y ya se quedaría en Canadá para incorporarse al recién nacido Vancouver 86ers, al que se incorporó en 1987 tras una breve etapa jugando al fútbol sala para los Cleveland Force, donde estuvo dos temporadas.
Con los 86ers tuvo su etapa más larga como miembro de un club deportivo. Eso sí, esos trece años ligado a la entidad de Swangard las pasó de forma intervalada jugando en varios equipos de patio interior. El futsal marcaría los últimos pasos de su vida deportiva mientras aguardaba el momento de jugar para la selección canadiense.
En esos años jugó para el Baltimore Blast, Kansas City Comets y Tacoma Stars. Los últimos partidos con los Vancouver 86ers los disputó como entrenador-jugador antes de dedicarse de lleno a ejercer como entrenador de varios clubes. A partir de 1999 no se volvería a vestir de corto, simplemente empleó su tiempo para enseñar a sus pupilos la manera de llevar a una selección a su primer evento mundial.
Carl Valentine durante uno de los partidos del Mundial de México ante la selección francesa. |
- Inicialmente, con la esperanza de ser seleccionado para jugar para Inglaterra, Valentine se animó a competir con la selección de Canadá en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles en 1984. Tras obtener anteriormente la nacionalidad canadiense, el poderoso atacante inglés decidió quedarse en el equipo nacional de "Les Rouges", justo a tiempo para acudir a la primera cita mundialista en la historia de la selección.
Carl jugó los tres partidos del Mundial de México, ya que no habría más al quedar el equipo eliminado del torneo. En total asistió a 31 partidos internacionales en los que anotó un gol en la Columbus Cup 1992, frente a Hong Kong.
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